7.2.07

LA AFLICCIÓN DEL PUEBLO Y LA POLÍTICA

Por: Mario Luis Pennella

"Desde la Segunda Guerra Mundial, nunca ha habido una épcoa de lograr la paz en el mundo, como la actual" esto afirmaba un periodista en 1989. San Agustín en el siglo IV estaba convencido que la paz era imposible de lograr y que la guerra siempre estaría entre nosotros".
El paso de la historia se inclina a favor de las afirmaciones de San Agustín y en contra del optimismo de aquel periodista.

Hoy nos podemos comunicar instántaneamente con el mundo, nuestro planeta se ha reducido a una pantalla de televisión, sin embargo la comunicación entre familias y amigos, aún entre padres e hijos o esposas y esposos es más que deficiente. Por ende y a pesar de la modernidad, somos un mundo afligido.

Parte del problema político es que se endeuda una nación, confundiendo los valores, (necesidades o deseos) Los lujos del pasado se han convertido en deseos del presente, obviando las necesidades de este presente.

Es así que la aflicción del pueblo desigual, conlleva en su espíritu la desigualdad de su progreso, ya que solo le pertenece a quienes son iguales y pueden alcanzar los logros de sus deseos.

Las guerras siempre han sido portadora de todo lo malo de la raza humana, el egoísmo asesino de conquista de poder por el poder mismo, la matanza indiscriminada de inocentes, el hambre y las enfermedades no solo en los países donde se desarrolla la acción, sino también en otros países que reciben a los refugiados; motivando nuevos cambios sustanciales que producen nuevos enfermos.

Pero hay naciones que han vivido alejadas de las crueldades de las guerras, o al menos no han sido tan cruentas, y pese al daño, han tratado de olvidar ese triste pasado, aunque sus secuelas se fueron conformando de acuerdo al grado de progreso que consiguieron, hubo muchas que sufrieron en demasía pero también los logros fueron positivos, otras y a pesar de estar liberadas de tanto horror, sufren en la actualidad como si ellas hubiesen sido las víctimas del genocidio.

El hambre ha castigado a naciones que superan ampliamente con la paz a aquellos que han sufrido años de tremendas guerras, y a su vez han crecido a punto tal, que los desiguales prácticamente no existen, muy por el contrario le va a aquellos que estuvieron alejados de ese holocausto, donde el hambre y la desigualdad de la equidad en que viven sus pobladores, muestran la falencia político-social, y se sumergen en el deseo de grandezas del pasado ante las necesidades del presente de sus pueblos; ya que sus políticos han endeudado a sus naciones en ese sentido, que los lleva al sin sentido valga la reundancia, de sus apetitos de poder en detrimento de su propio pueblo sufriente, este el de los desiguales que viven en esa abrumadora e insostenible vida de la pelea cotidiana para subsistir, ellos son los deprimidos y afligidos de este mundo moderno.

Nos preguntamos como la equidad llega a través de los grandes acontecimientos del dolor humano en algunas regiones, y en otras que sin haber llegado a ese álgido punto tan profundo en el sentimiento doloroso, no les llega a quienes viven con la posibilidad de tenerlo todo, nación constituída, geografía climática de cuatro climas definidos, extensiones de tierras fértiles, mucho por hacer etc. etc. y ver la indigencia en la misma ciudad, como un común denominador de la inacción política, la desidia, la incomprensión, y los gruesos errores y perversidades del pasado en una constante, que no se logra cambiar.

Pareciera por el contrario, como si esa nación ha librado una terrible guerra, y la sigue padeciendo pese a la paz reinante, es como un alto el fuego en el fragor de la lucha, pero y pese a todo sigue la persistente lucha de los desiguales en pos de la dignidad que es obviada por el deseo político.
Es también la falacia política, lo que la lleva a una falaz democracia, alentada esta por aquellos poderosos que proporcionan los capitales, que a la postre engendrarán también a la corrupción política.

Es el pensamiento anhelado de los desiguales del mundo, que las profesías de paz, lleguen un día a mitigar los dolores de todos estos pobres e indigentes, y asistamos a ver una nueva esperanza de equidad, donde la dignidad del hombre sea el común denominador de la paz en el mundo.

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