15.8.10

EL GENERAL SAN MARTÍN

POR: MARIO LUIS PENNELLA

La vida de José Francisco de San Martín, tan trillada por los historiadores, sigue velada por el misterio, jalonada de incógnitas. La primera que llama la atención es su fecha de nacimiento.
La fe de bautismo nunca se encontró. Ello se atribuye a la devastación de Yapeyú en 1817, cuando los portugueses incendiaron el pueblo para destruir las bases guaraníes de la resistencia artiguista. Sin embargo, hay memoria de que los habitantes se retiraron y salvaron el ajuar de la iglesia antes de que llegaran los invasores (1).
Un acta de bautismo publicada en 1921, de la cual nunca apareció el original, era seguramente una invención para salvar aquella laguna documental (2). Dos amigos de San Martín, el encargado de negocios chileno Francisco J. Rosales y el abogado y periodista frances Adolfo Gerard, hicieron constar en el acta de defunción que tenia setenta y dos años, cinco meses y veintitres dias.
Aunque la inscripcion incurria en varios errores, al mencionar a su padre como coronel y gobernador de Misiones y a su madre como Francisca de Matorras, Bartolome Mitre se atuvo a la misma para dictaminar que el Libertador habia nacido el 25 de febrero de 1778 y por 10 tanto era el cuarto hijo del capitan San Martin con Gregoria Matorras (3). Jose Pacifico Otero cuestiono esa fecha al encontrar una copia de la partida de la presunta hija menor Maria Elena, que inexplicablemente estaba adulterada. Esto se aclaro cuando el historiador uruguayo Azarola Gil dio a conocer en 1936 las partidas de bautismo de los tres hijos mayores del matrimonio, halladas en los libros de la Parroquia de Las Viboras, en Las Vacas, jurisdiccin de Colonia. Maria Elena habia nacido el18 de agosto de 1771, Manuel Tadeo el 28 de octubre de 1772 y Juan Fermin Rafael el5 de febrero de 1774.
La Academia Nacional de la Historia, que habia refrendado las afirmaciones de Mitre, tuvo que aclarar que los vistagos no eran cuatro sino cinco: el cuarto, Justo Rufino, habria nacido en Yapeyu en 1776, y Jose Francisco paso a ser el quinto (4). Sobre el dia y el mes de nacimiento hay una inesperada contradiccion en el propio texto de Mitre , que probablemente se traiciona siguiendo otras fuentes cuando, al relatar los hechos militares en Chile, en vísperas de Cancha Rayada, habla de - la mafiana del 16 de marzo, aniversario del natalicio de San Martín (5).
En cuanto al año, varias atestaciones sobre su edad no concuerdan con la partida de defunción. Según una foja de servicios expedida por las autoridades españolas, el 30 de abril de 1803 tenia veintitrés años, lo que indicaría que nació en 1780, o en 1779 si fuera nacido en un mes posterior a abril. Según la foja de servicios de fin de diciembre de 1804 su edad era veinticinco años, lo cual nos remite a 1779.
Según otra de estas certificaciones, a fin de julio de 1808 tenia veintisiete años, o sea que habría nacido en 17810 1780; aunque Mitre, al encontrar varios errores en el documento, dedujo que fue redactado por algún ayudante del regimiento poco entendido y recomendó no tomarlo al pie de la letra (6). En el acta de solicitud de esponsales del 29 de agosto de 1812 consta que tenia treinta y un años, seguramente por sus propios dichos.
En el pasaporte con el que entro a Francia en 1828 figura con cuarenta y siete años. En una carta a Tomas Guido del10 de febrero de 1834, menciona tener cincuenta y tres años , y en otra del 20 de agosto de 1843 habla de sus sesenta y cuatro navidades (7).
En la carta al mariscal Castilla del 11 de septiembre de 1848 se refiere a sus setenta y un años (8).
Sorprende la imprecisión de estas manifestaciones, que tampoco coinciden entre sí, y de las cuales resulta que podría haber nacido en cualquiera de los años entre 1777 y 1781: como si el mismo dudara de la fecha exacta.
Por otra parte, ¿qué edad tenía cuando se incorporo al Regimiento Murcia en julio de 1789?
Un historiador militar español puntualiza que las Ordenanzas del Ejercito instituidas por Carlos III en 1768 establecían el mínimo de doce años para el ingreso de los cadetes, y da ejemplos de que el requisito se observaba rigurosamente; por lo cual San Martín tendía que haber nacido antes de julio de 1779. En realidad, esto no hace mas que reforzar la presunción de que sus datos personales fueron manipulados para adecuarlos a las exigencias reglamentarias. Al embarcarse para España la familia San Martín y Matorras, en noviembre de 1783, en la fragata Santa Balbina registraron que José Francisco tenía seis años (9), de lo que podría deducirse que nació en 1777; pero las edades de los niños seguramente fueron declaradas en forma aproximada, sin verificación documental, pues a Juan Fermín le adjudican diez años, que recién iba a cumplir en febrero del año siguiente. En vista de la exigua certeza que aportan los documentos, solo es posible afirmar que José Francisco de San Martín había nacido alrededor de 1778.
Dadas las creencias religiosas, las costumbres y la legislación de la época, es comprensible que se encubriera la existencia de una filiación irregular. El supuesto ingreso de José Francisco al Real Seminario de Nobles en Madrid, argüido por Mitre, ha sido refutado por investigaciones posteriores que no encontraron ningún rastro de él en los registros del alumnado. Pero para iniciar su carrera como cadete en un Regimiento de Málaga, que si esta comprobado, debieron invocar su legitimidad como hijo de un oficial con grado de capitán.
Gregoria Matorras (10) lo incluyó entre sus cinco hijos legítimos en el testamento que dicto en 1803 (11). Si así había tenido que declararlo antes a las autoridades, no iba a desdecirse en ese acto (12). Tanto al solicitar esponsales como al contraer matrimonio en 1812, el también manifestó ser hijo legitimo de Juan de San Martín y Gregoria Matorras. Aunque no fuera cierto, ¿que podía decir un recién llegado que necesitaba hacer pie en la sociedad porteña y afrontaba la hostilidad de la familia de la novia precisamente por su dudosa posición social?
Observemos además que en la primera de estas actas, su padre y madre figuran como ya difuntos, siendo que doria Gregoria fallecio en 1813. ¿Como pudo cometerse tamaño error? ¿Fue el quien la dio por muerta? ¿Era un mero desliz, un acto fallido? ¿o una señal intencionada de que no era su verdadera madre ?
Cualquiera sea la explicación, revela la poca confiabilidad de tales atestaciones (l3). El mismo hablo muy poco de su historia personal. Cuando a pedido del mariscal Castilla accedió a escribir una síntesis autobiografica, lo único que dijo sobre su origen fue lo que todos ya sabían: que había nacido en Yapeyú.
El aspecto físico de José Francisco, de acuerdo con expresiones coincidentes de las personas que lo conocieron, difería netamente del de sus presuntos padres. Juan de San Martín, como surge de su foja de reclutamiento, era rubio, de ojos garzos (azulados), de muy corta estatura ( cinco pies y una pulgada, en medida castellana, equivalentes a 1,43 m) y Gregoria Matorras era blanca y noble (14); ambos cristianos viejos de probada pureza de sangre, sin mezcla de infieles, moros ni judíos, según justificara el cuarto de sus hijos, Justo Rufino, para ser admitido como guardia de corps en España (15). Juan Bautista Alberdi, tras entrevistar en Paris a don José de San Martín al fin del verano de 1843, escribió que era un poco mas alto que los hombres de mediana estatura y que "yo le creía un indio, como tantas veces me lo habían pintado".
Sin embargo, agrega: -no es más que un hombre de color moreno de los temperamentos biliosos. Mis alIí de lo que entendiera Alberdi por tipo bilioso, constataba su tez oscura; y aunque el sentido de la frase es que no parecía un indio, por algún motivo tantas veces se lo habían pintado de esa manera (16). Gerónimo Espejo, oficial del Ejercito de los Andes, anoto que - era de una estatura más que regular; su color; moreno, tostado por las intemperies; nariz aguilefia, grande y curva; ojos negros grandes y pelo negro, lacio .
Es probable que luciera tostado por el sol, pero Espejo dice además moreno, de ojos y pelo negro. Guillermo Miller, otro militar con quien tuvo estrecho trato, lo describió alto, grueso , de rostro interesante, moreno, y ojos negros, rasgados y penetrantes (17).
Los testimonios de los viajeros ingleses Samuel Haigh y Basilio Hall concuerdan en su elevada estatura y el color aceitunado oscuro de su semblante, así como el cabello y los ojos negros. Según John Miers, era alto y fornido, de tez cetrina.
Algo semejante escribió el agente norteamericano William Worthinghton: casi seis pies de estatura, cutis muy amarillento, pelo negro y recio, ojos negros (18). Aclaremos que se refiere natural mente a seis pies anglosajones y no castellanos, que equivalen a algo mas de un metro ochenta.
Pastor Servando Obligado, atento recopilador de la tradición oral de aquella época, lo caracterizo bastante bronceado, de rostro anguloso , aunque no tan moreno como Santa Cruz, Gamarra y Castilla y - mas claro que muchos de los generales de Bolívar; no obstante, añadía, los godos le llamaron indio misionero , y el general francés Miguel Brayer, que había estado a sus ordenes hasta ser destituido en la mañana de la batalla de Maipú, lo tachó de tape de Yapeyú (19).
En Chile -evoca Benjamín Vicuña Mackenna-, era considerado un paraguayo, "el mulato san Martín" como llamaban los señores vecinos del Mapocho al ilustre criollo (20). El cholo de Misiones es otra calificación que le daban los españoles, según consigna José Pacifico Otero al hablar de su campaña en territorio peruano (21).
Los contemporáneos que narran su aspecto destacan pues la altura, el cabello negro y la piel morena, en marcado contraste con la apariencia y antecedentes Conocidos de Juan de San Martín y Gregoria Matorras. Ello se refleja mejor en algunas imágenes poco divulgadas, como un grabado de Manuel Núñez de Ibarra (1818), la litografía de Theodore Gericault (circa 1819), el grabado que hizo Robert Cooper en Londres (1821) y un oleo de Francis Martín Drexel (circa 1827); tam bién en el único retrato incuestionable de la iconografía los daguerrotipos de su vejez (1848) que muestran la estampa de un típico criollo, de rasgos pronunciados, con su cabellera blanca completa (22).
Otras señales acerca del origen de San Martín provienen de sus propias expresiones recogidas por algunos allegados.
En los preparativos de la campaña a Chile, a fines de 1816, un grupo de caciques pehuenches lo visito en el campamento de El Plumerillo. Manuel de Olazábal, testigo de la reunión, narra que el general expuso el plan de pasar los Andes para acabar con los godos que habían robado la tierra de sus antepasados y les dijo "yo también soy indio" (23), Pastor S. Obligado titula un capitulo de sus Tradiciones de Buenos Aires Un cuento que no se puede contar, donde abunda en insinuaciones sobre el origen indígena de San Martín, y menciona la creencia vulgarizada de que procedía de muy modesto linaje, al menos por la línea materna (24), Siendo notorio que Gregoria Matorras, prima del gobernador de Tucumán y explorador del Chaco don Gerónimo de Matorras, era de una familia de mayor lustre que la del simple hijo de labrador.
Juan de San Martín, no se refería a ella al aludir a la línea materna. ¿ A quien se refería entonces ? Solo una india podía ser inferior en linaje a un campesino español (25). Las medias palabras de Obligado se aclaran cuando afirma que los enemigos del Libertador lo apodaban tape o indio, rumor al que pudo contribuir la anécdota siguiente. La anécdota la contó el mismo San Martín en Francia a un grupo de amigos americanos.
Poco después de la muerte del banquero Aguado, al saberse que este lo había nombrado albacea de su cuantiosa fortuna, se le apersono un andaluz cargado de pergaminos para enterarlo de la alcurnia de sus ascendientes paternos; y aunque el negó tener antepasados nobles, el otro insistió en documentarle sobre esos títulos. Hasta que, "harto fastidiado con el papeluchista, mirando para todas partes, observando si no había persona que nos oyera, y alzando los ojos al cielo, al pedir interiormente perdon a mi honrada madre por la figura a que las circunstancias me obligaban, grite airado, zamarreando el brazo de ese falsificador de noblezas: -Mire, señor Pollino, yo no soy ese tal Conde de San Martín, porque soy hijo de una gran... recluta, que hacia la guardia con mi padre en Misiones" (26). - "Con lo que" - concluía San Martín - "el inventor de mi nobiliario, recogiendo papeles y arrollando azorado el árbol genealógico muy lindamente pintado , salio todo corrido como rata por tirante, sin una pluma del que el creyó desplumar, al dia siguiente de suponer muy rico y muy vanidoso al indio misionero".
Uno de los primeros y mas escrupulosos biógrafos de San Martín, Benjamín. Vicuña La vida de José Francisco de San Martín, tan trillada por los historiadores, sigue velada por el misterio, jalonada de incógnitas. La primera que llama la atención es su fecha de nacimiento.
La fe de bautismo nunca se encontró. Ello se atribuye a la devastación de Yapeyú en 1817, cuando los portugueses incendiaron el pueblo para destruir las bases guaraníes de la resistencia artiguista. Sin embargo, hay memoria de que los habitantes se retiraron y salvaron el ajuar de la iglesia antes de que llegaran los invasores (1).
Un acta de bautismo publicada en 1921, de la cual nunca apareció el original, era seguramente una invención para salvar aquella laguna documental (2). Dos amigos de San Martín, el encargado de negocios chileno Francisco J. Rosales y el abogado y periodista frances Adolfo Gerard, hicieron constar en el acta de defunción que tenia setenta y dos años, cinco meses y veintitres dias.
Aunque la inscripcion incurria en varios errores, al mencionar a su padre como coronel y gobernador de Misiones y a su madre como Francisca de Matorras, Bartolome Mitre se atuvo a la misma para dictaminar que el Libertador habia nacido el 25 de febrero de 1778 y por 10 tanto era el cuarto hijo del capitan San Martin con Gregoria Matorras (3). Jose Pacifico Otero cuestiono esa fecha al encontrar una copia de la partida de la presunta hija menor Maria Elena, que inexplicablemente estaba adulterada. Esto se aclaro cuando el historiador uruguayo Azarola Gil dio a conocer en 1936 las partidas de bautismo de los tres hijos mayores del matrimonio, halladas en los libros de la Parroquia de Las Viboras, en Las Vacas, jurisdiccin de Colonia. Maria Elena habia nacido el18 de agosto de 1771, Manuel Tadeo el 28 de octubre de 1772 y Juan Fermin Rafael el5 de febrero de 1774.
La Academia Nacional de la Historia, que habia refrendado las afirmaciones de Mitre, tuvo que aclarar que los vistagos no eran cuatro sino cinco: el cuarto, Justo Rufino, habria nacido en Yapeyu en 1776, y Jose Francisco paso a ser el quinto (4). Sobre el dia y el mes de nacimiento hay una inesperada contradiccion en el propio texto de Mitre , que probablemente se traiciona siguiendo otras fuentes cuando, al relatar los hechos militares en Chile, en vísperas de Cancha Rayada, habla de - la mafiana del 16 de marzo, aniversario del natalicio de San Martín (5).
En cuanto al año, varias atestaciones sobre su edad no concuerdan con la partida de defunción. Según una foja de servicios expedida por las autoridades españolas, el 30 de abril de 1803 tenia veintitrés años, lo que indicaría que nació en 1780, o en 1779 si fuera nacido en un mes posterior a abril. Según la foja de servicios de fin de diciembre de 1804 su edad era veinticinco años, lo cual nos remite a 1779.
Según otra de estas certificaciones, a fin de julio de 1808 tenia veintisiete años, o sea que habría nacido en 17810 1780; aunque Mitre, al encontrar varios errores en el documento, dedujo que fue redactado por algún ayudante del regimiento poco entendido y recomendó no tomarlo al pie de la letra (6). En el acta de solicitud de esponsales del 29 de agosto de 1812 consta que tenia treinta y un años, seguramente por sus propios dichos.
En el pasaporte con el que entro a Francia en 1828 figura con cuarenta y siete años. En una carta a Tomas Guido del10 de febrero de 1834, menciona tener cincuenta y tres años , y en otra del 20 de agosto de 1843 habla de sus sesenta y cuatro navidades (7).
En la carta al mariscal Castilla del 11 de septiembre de 1848 se refiere a sus setenta y un años (8).
Sorprende la imprecisión de estas manifestaciones, que tampoco coinciden entre sí, y de las cuales resulta que podría haber nacido en cualquiera de los años entre 1777 y 1781: como si el mismo dudara de la fecha exacta.
Por otra parte, ¿qué edad tenía cuando se incorporo al Regimiento Murcia en julio de 1789?
Un historiador militar español puntualiza que las Ordenanzas del Ejercito instituidas por Carlos III en 1768 establecían el mínimo de doce años para el ingreso de los cadetes, y da ejemplos de que el requisito se observaba rigurosamente; por lo cual San Martín tendía que haber nacido antes de julio de 1779. En realidad, esto no hace mas que reforzar la presunción de que sus datos personales fueron manipulados para adecuarlos a las exigencias reglamentarias. Al embarcarse para España la familia San Martín y Matorras, en noviembre de 1783, en la fragata Santa Balbina registraron que José Francisco tenía seis años (9), de lo que podría deducirse que nació en 1777; pero las edades de los niños seguramente fueron declaradas en forma aproximada, sin verificación documental, pues a Juan Fermín le adjudican diez años, que recién iba a cumplir en febrero del año siguiente. En vista de la exigua certeza que aportan los documentos, solo es posible afirmar que José Francisco de San Martín había nacido alrededor de 1778.
Dadas las creencias religiosas, las costumbres y la legislación de la época, es comprensible que se encubriera la existencia de una filiación irregular. El supuesto ingreso de José Francisco al Real Seminario de Nobles en Madrid, argüido por Mitre, ha sido refutado por investigaciones posteriores que no encontraron ningún rastro de él en los registros del alumnado. Pero para iniciar su carrera como cadete en un Regimiento de Málaga, que si esta comprobado, debieron invocar su legitimidad como hijo de un oficial con grado de capitán.
Gregoria Matorras (10) lo incluyó entre sus cinco hijos legítimos en el testamento que dicto en 1803 (11). Si así había tenido que declararlo antes a las autoridades, no iba a desdecirse en ese acto (12). Tanto al solicitar esponsales como al contraer matrimonio en 1812, el también manifestó ser hijo legitimo de Juan de San Martín y Gregoria Matorras. Aunque no fuera cierto, ¿que podía decir un recién llegado que necesitaba hacer pie en la sociedad porteña y afrontaba la hostilidad de la familia de la novia precisamente por su dudosa posición social?
Observemos además que en la primera de estas actas, su padre y madre figuran como ya difuntos, siendo que doria Gregoria fallecio en 1813. ¿Como pudo cometerse tamaño error? ¿Fue el quien la dio por muerta? ¿Era un mero desliz, un acto fallido? ¿o una señal intencionada de que no era su verdadera madre ?
Cualquiera sea la explicación, revela la poca confiabilidad de tales atestaciones (l3). El mismo hablo muy poco de su historia personal. Cuando a pedido del mariscal Castilla accedió a escribir una síntesis autobiografica, lo único que dijo sobre su origen fue lo que todos ya sabían: que había nacido en Yapeyú.
El aspecto físico de José Francisco, de acuerdo con expresiones coincidentes de las personas que lo conocieron, difería netamente del de sus presuntos padres. Juan de San Martín, como surge de su foja de reclutamiento, era rubio, de ojos garzos (azulados), de muy corta estatura ( cinco pies y una pulgada, en medida castellana, equivalentes a 1,43 m) y Gregoria Matorras era blanca y noble (14); ambos cristianos viejos de probada pureza de sangre, sin mezcla de infieles, moros ni judíos, según justificara el cuarto de sus hijos, Justo Rufino, para ser admitido como guardia de corps en España (15). Juan Bautista Alberdi, tras entrevistar en Paris a don José de San Martín al fin del verano de 1843, escribió que era un poco mas alto que los hombres de mediana estatura y que "yo le creía un indio, como tantas veces me lo habían pintado".
Sin embargo, agrega: -no es más que un hombre de color moreno de los temperamentos biliosos. Mis alIí de lo que entendiera Alberdi por tipo bilioso, constataba su tez oscura; y aunque el sentido de la frase es que no parecía un indio, por algún motivo tantas veces se lo habían pintado de esa manera (16). Gerónimo Espejo, oficial del Ejercito de los Andes, anoto que - era de una estatura más que regular; su color; moreno, tostado por las intemperies; nariz aguilefia, grande y curva; ojos negros grandes y pelo negro, lacio .
Es probable que luciera tostado por el sol, pero Espejo dice además moreno, de ojos y pelo negro. Guillermo Miller, otro militar con quien tuvo estrecho trato, lo describió alto, grueso , de rostro interesante, moreno, y ojos negros, rasgados y penetrantes (17).
Los testimonios de los viajeros ingleses Samuel Haigh y Basilio Hall concuerdan en su elevada estatura y el color aceitunado oscuro de su semblante, así como el cabello y los ojos negros. Según John Miers, era alto y fornido, de tez cetrina.
Algo semejante escribió el agente norteamericano William Worthinghton: casi seis pies de estatura, cutis muy amarillento, pelo negro y recio, ojos negros (18). Aclaremos que se refiere natural mente a seis pies anglosajones y no castellanos, que equivalen a algo mas de un metro ochenta.
Pastor Servando Obligado, atento recopilador de la tradición oral de aquella época, lo caracterizo bastante bronceado, de rostro anguloso , aunque no tan moreno como Santa Cruz, Gamarra y Castilla y - mas claro que muchos de los generales de Bolívar; no obstante, añadía, los godos le llamaron indio misionero , y el general francés Miguel Brayer, que había estado a sus ordenes hasta ser destituido en la mañana de la batalla de Maipú, lo tachó de tape de Yapeyú (19).
En Chile -evoca Benjamín Vicuña Mackenna-, era considerado un paraguayo, "el mulato san Martín" como llamaban los señores vecinos del Mapocho al ilustre criollo (20). El cholo de Misiones es otra calificación que le daban los españoles, según consigna José Pacifico Otero al hablar de su campaña en territorio peruano (21).
Los contemporáneos que narran su aspecto destacan pues la altura, el cabello negro y la piel morena, en marcado contraste con la apariencia y antecedentes Conocidos de Juan de San Martín y Gregoria Matorras. Ello se refleja mejor en algunas imágenes poco divulgadas, como un grabado de Manuel Núñez de Ibarra (1818), la litografía de Theodore Gericault (circa 1819), el grabado que hizo Robert Cooper en Londres (1821) y un oleo de Francis Martín Drexel (circa 1827); tam bién en el único retrato incuestionable de la iconografía los daguerrotipos de su vejez (1848) que muestran la estampa de un típico criollo, de rasgos pronunciados, con su cabellera blanca completa (22).
Otras señales acerca del origen de San Martín provienen de sus propias expresiones recogidas por algunos allegados.
En los preparativos de la campaña a Chile, a fines de 1816, un grupo de caciques pehuenches lo visito en el campamento de El Plumerillo. Manuel de Olazábal, testigo de la reunión, narra que el general expuso el plan de pasar los Andes para acabar con los godos que habían robado la tierra de sus antepasados y les dijo "yo también soy indio" (23), Pastor S. Obligado titula un capitulo de sus Tradiciones de Buenos Aires Un cuento que no se puede contar, donde abunda en insinuaciones sobre el origen indígena de San Martín, y menciona la creencia vulgarizada de que procedía de muy modesto linaje, al menos por la línea materna (24), Siendo notorio que Gregoria Matorras, prima del gobernador de Tucumán y explorador del Chaco don Gerónimo de Matorras, era de una familia de mayor lustre que la del simple hijo de labrador.
Juan de San Martín, no se refería a ella al aludir a la línea materna. ¿ A quien se refería entonces ? Solo una india podía ser inferior en linaje a un campesino español (25). Las medias palabras de Obligado se aclaran cuando afirma que los enemigos del Libertador lo apodaban tape o indio, rumor al que pudo contribuir la anécdota siguiente. La anécdota la contó el mismo San Martín en Francia a un grupo de amigos americanos.
Poco después de la muerte del banquero Aguado, al saberse que este lo había nombrado albacea de su cuantiosa fortuna, se le apersono un andaluz cargado de pergaminos para enterarlo de la alcurnia de sus ascendientes paternos; y aunque el negó tener antepasados nobles, el otro insistió en documentarle sobre esos títulos. Hasta que, "harto fastidiado con el papeluchista, mirando para todas partes, observando si no había persona que nos oyera, y alzando los ojos al cielo, al pedir interiormente perdon a mi honrada madre por la figura a que las circunstancias me obligaban, grite airado, zamarreando el brazo de ese falsificador de noblezas: -Mire, señor Pollino, yo no soy ese tal Conde de San Martín, porque soy hijo de una gran... recluta, que hacia la guardia con mi padre en Misiones" (26). - "Con lo que" - concluía San Martín - "el inventor de mi nobiliario, recogiendo papeles y arrollando azorado el árbol genealógico muy lindamente pintado , salio todo corrido como rata por tirante, sin una pluma del que el creyó desplumar, al dia siguiente de suponer muy rico y muy vanidoso al indio misionero".
Uno de los primeros y mas escrupulosos biógrafos de San Martín, Benjamín. Vicuña Mackenna, hizo una aserción coincidente. En unos artículos firmados con seudónimo para el diario El Mercurio de Valparaíso, en agosto de 1871 -que incluyo en un libro editado al año siguiente- relataba el retiro del general en Europa bajo el subtitulo Revelaciones intimas.
La fuente principal de esta vida intima habrían sido confidencias de los familiares de su entorno, es decir Mercedes y Mariano Balcarce: -"no ha sido recogida, como se habría echado de ver, ni en la leyenda prodigiosa de los pueblos, ni en los pomposos boletines de los historiadores, sino en el hogar".
Al sondear sus actitudes y explicar su carácter, Vicuña Mackenna afirmaba que "el instinto del insurgente, es decir, del criollo, triunfo siempre de la idea especulativa y llegaba a una conclusión inequívoca: había servido a la independencia americana porque la sentía circular en su sangre de mestizo".
Hugo Chumbita
Referencias:
Mackenna, hizo una aserción coincidente. En unos artículos firmados con seudónimo para el diario El Mercurio de Valparaíso, en agosto de 1871 -que incluyo en un libro editado al año siguiente- relataba el retiro del general en Europa bajo el subtitulo Revelaciones intimas.
La fuente principal de esta vida intima habrían sido confidencias de los familiares de su entorno, es decir Mercedes y Mariano Balcarce: -"no ha sido recogida, como se habría echado de ver, ni en la leyenda prodigiosa de los pueblos, ni en los pomposos boletines de los historiadores, sino en el hogar".
Al sondear sus actitudes y explicar su carácter, Vicuña Mackenna afirmaba que "el instinto del insurgente, es decir, del criollo, triunfo siempre de la idea especulativa y llegaba a una conclusión inequívoca: había servido a la independencia americana porque la sentía circular en su sangre de mestizo".
Por ahora seguirá la incógnita de su fecha de nacimiento, lo que si quedará intacto es su hombría de bien y el gran héroe de América del Sur.
También transcribo una carta del General San Martín, que decía:

CARTA DE JOSE DE SAN MARTÍN AL GENERAL RAMON CASTILLA, 11 de setiembre de 1848.-


(…) He aquí, mi querido General, un corto análisis de mi vida pública seguida en América yo hubiera tenido la más completa satisfacción habiéndola puesto fin con la terminación de la guerra de la independencia en el Perú; pero mi entrevista en Guayaquil con el general Bolívar me convenció, no obstante sus protestas que el sólo obstáculo de su venida al Perú con el ejército a su mando, no era otro que la presencia del General San Martín a pesar de la sinceridad con que le ofrecí ponerme bajo sus órdenes con todas las fuerzas de que yo disponía.
Si algún servicio tiene que agradecerme la América, es el de mi retirada de Lima, paso que no sólo comprometía mi honor y reputación, sino que me era tanto más sensible, cuanto que conocía que con las fuerzas reunidas de Colombia, la guerra de la Independencia hubiera sido terminada en todo el año 23. Pero este costoso sacrificio y el no pequeño de tener que guardar un silencio absoluto, tan necesario en aquellas circunstancias, de los motivos que me determinaron a dar este paso, son esfuerzos que Ud. podrá calcular y que no está al alcance de todos el poderlos apreciar. Ahora sólo me resta para terminar ni exposición, decir a Ud. las razones que motivaron el ostracismo voluntario de mi patria.
De regreso de Lima fui a habitar a una chácara que poseo en las inmediaciones de Mendoza; ni este absoluto retiro, ni el haber cortado con estudio todas mis antiguas relaciones, y sobre todo la garantía que ofrecía mi conducta desprendida de toda facción o partido en el transcurso de mi carrera pública, no pudieron poner a cubierto de las desconfianzas del Gobierno que en esta época existía en Buenos Aires: sus papeles ministeriales me hicieron una guerra sostenida, exponiendo que un soldado afortunado se proponía someter la República al régimen militar y sustituir este sistema al orden legal y libre. Por otra parte la oposición al gobierno se servía de mi nombre y sin mi consentimiento ni aprobación manifestaba en sus periódicos que yo era el solo hombre capaz de organizar el Estado y reunir las provincias que se hallaban en disidencia con la Capital.
En estas circunstancias me convencí, que por desgracia, había figurado en la revolución más de lo que había deseado, lo que me impediría poder seguir entre los partidos un línea de conducta imparcial; en su consecuencia, y para disipar toda idea de ambición a ningún género de mando, me embarqué para Europa donde permanecí hasta el año 29, que invitado tanto por el gobierno como por varios amigos que me demostraban las garantias de orden y tranquilidad que ofrecía el país, regrese a Buenos Aires. Por desgracia mía, a mi arribo a esta ciudad me encontré con la revolución del general Lavalle, y sin desembarcar, regresé otra vez a Europa, prefiriendo este nuevo destierro a verme obligado a tomar parte en sus disensiones civiles (….)


Este gran hombre de nuestra patria, configuró la personalidad de lo que es ser por encima de todo Patriota, desinteresado, honesto, de fuertes valores intachables, que acrecientan su figura al paso de la historia.
Los argentinos hemos aprendido poco de todos nuestros hombres patriotas lamentablemente, y quizá cuando logremos comprender que significa patria, patriotismo, calificativos estos ajenos y en las antípodas de; apátridas, mendaz, egoístas, y con personalidades de poder por el poder, comprenderemos lo que significa, abrir las puertas al futuro de esta Argentina pujante y rica, donde Dios y ellos nos han regalado estas tierras, en que todos los ciudadanos tendríamos que tener el porvernir asegurado, con la templanza de la justicia justa que esgrimieron, la humildad, y el pujante deseo de la libertad para todos los que habitamos esta bendita nación.
Ello es hoy un deseo de realidad posible, y no el burdo arte de la política (lo cual es posible) cuando justamente se cumplen los preceptos enunciados en los postulados de esos hombres patriotas, y no en la política falaz, ególotra y personal del individuo, que solo daña al más débil y pobre, evidenciando su traición a quienes ha embaucado, pero que a la postre daña al sistema democrático, al cual lo hace no creíble, más de 26 años de democracia y no se ha concebido aún la justicia social, por el contrario debemos decir que somos retrógadas, y debemos corregirnos en el año entrante, de no hacerlo, nos hundiremos irremediablemente.

Nuestro prócer en que hoy 17 de agosto de 2010 Bicentenario de la Argentina a 160 años de la partida a la memoria eterna de un gran patriota, GENERAL JOSÉ DE SAN MARTÍN.

Ciudad Autónoma de Buenos Aires, 17 de agosto de 2010.

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