11.3.10

INFLACIÓN

Por: Mario Luis Pennella

En un libro escrito en 1982; LA GRANDEZA ARGENTINA, de Carlos García Martinez, cuando todavía no conocíamos lo que es inflación desenfrenada _ hiper inflación _ y sus terribles consecuencias.
Pensemos que la inflación destruyó al Imperio Romano de occidente y llevó a Alemania luego de la Primera Guerra Mundial, al advernimiento de Hitler, el nazismo, y la Segunda Guerra Mundial.

" Son tan inmensos los males de la inflación endémica que castigó al país desde junio del 43 a junio del 75 (1982), y tan terrible y espantosos los daños que en todos los aspectos vitales de la vida de la nación ha provocado la feroz inflación _ estampida que se abate sobre el país desde esta última fecha a nuestros días (en 1982) con un furor prácticamente incontenible para todo tipo de gobierno y estrategias aplicadas, que no hay palabras suficientemente elocuentes para reflejar los catastróficos efectos económicos, de disolución social y de disgregación política que este morboso fenómeno ha causado en la Argentina luego de casi 40 años (en 1982) de permanente vigencia.

El pensador económico de más influencia en el siglo XX, lord Keynes, dice en uno de sus famosos libros: No hay forma más sutil y segura de trastocar la base existente de una sociedad que la de corromper la moneda. El proceso comprende toda las fuerzas ocultas de las leyes económicas del lado de la construcción y lo hace de una manera que no hay entre un millón, una persona capaz de diagnosticarlo.

Nada podrá hacerse en la Argentina hasta que el cáncer de la inflación sea extirpado sin piedad. ¨Pretender fundar una democrracia estable, pretender evitar futuros golpes de Estado, pretender desarrollar el país, pretender terminar con el estado vergonzoso de la educación y la salud pública, pretender poner término a las humillantes deficiencias de la infraestructura, pretender que la Argentina pueda tener una política exterior independiente, pretender que el gobierno promotor sea una realidad, pretender terminar con el "Estado _pulpo", pretender terminar con la locura especulativa, pretender alcanzar tasas de interés que no aniquilen la empresa productiva, pretender revertir la deuda exterior, pretender poblar los tremendos desiertos del país, pretender un auténtico federalismo, pretender ofrecer un porvenir a millones de jóvenes, pretender cerrar la hemorragia de la emigración calificada, pretender atraer nuevamente a la Nación a los dos millones de argentinos que han tenido que marcharse de ella por la angustia y desesperación; pretender arrancar a la Argentina de su terrible crisis y promover el renacimiento vigoroso del país, constituirán un vano intento, una pueril fantasía, algo sin sentido, si previamente a todo y por una suprema decisión política, no se aniquilan las raíces profundas de la degradación de nuestra moneda, que está en la base misma de la estremecedora decadencia argentina.

De Gaulle, el más ilustre estadista del siglo XX y uno de los más grande de todos los tiempos, acuñó en forma lacónica la excepcional importancia política de todo lo atinente a la inflación y sus deletéreos efectos sobre el Estado y la sociedad, con una simple frase: SIN MONEDA ESTABLE, NO HAY NACIÓN, NO EXISTE EL ESTADO. También lo decía Lenin con la clarividencia diabólica que poseía: QUEREIS DESTRUIR EL SISTEMA BURGUÉS ! DESTRUID SU MONEDA!

La inflación no es un tema económico, como tantos comentaristas superficialmente repiten día y noche. Es una cuestión eminentemente política, cuyas raíces son políticas, cuyo desarrollo maligno es político, y cuyo final, sino se corrige, será la catástrofe política de la nación.

Piénsese en el drama tremendo que significa que todos los habitantes de la Argentina que en 1943 no superaban los 15 años de edad, no conocen lo que es vivir con una moneda estable y, por lo tanto, no pueden apreciar los inmensos beneficios de orden material, social económico, que trae consigo la bendición de una moneda con fuerte poder adquisitivo.

Somos hijos de la inflación; hemos sido formados por ella, que ha constituido la auténtica modeladora de nuestras pésimas costumbres colectivas, de nuestra falta de seriedad, de disciplina, de organización, de ese enfermizo espíritu especulativo que se ha metido dentro del corazón e casi todos los argentinos, por imperio de las circunstancias vividas.

La impronta de la inflación nos ha marcado a fuego a todos hoy, que ha consumido casi la vida de la Nación, que destruye las familias, que aniquila nuestra ciudadanía, tal vez se haya acercado el momento en que, víctimas de esa colosal hecatombe y aferrándonos al instinto de supervivencia, con un rasgo de extraordinaria energía, se decida aniquilar de un solo golpe a esta hidra maldita de infinitas cabezas.

(....) Un país puede ser muy eficiente y sin embargo generarse un agudo proceso inflacionario. Un país puede ser escasamente desarrollado, o sea pobremente eficiente, y tener un grado de estabilidad monetaria muy superior. Ni la eficiencia preserva contra la inflación, ni la ineficiencia supone inflación.
La inflación no puede nacer históricamente como fenómeno permanente sin que el Estado haya tomado decisiones políticas que generen ese fenómeno y las mismas siempre implican que el propio Estado está gastando mucho más e lo que recibe por impuestos, o permite a ciertos sectores que desea beneficiar aumentar sus ingresos mucho más allá de la productividad.

O sea: la inflación, aquella que dura mucho tiempo o que es muy intensa, o las dos causas simultáneamente, no puede generarse sin una decisión política del Estado. El ámbito privado no lo puede hacer, ya que no cuenta con los poderes para iniciar un proceso histórico de des-inflación.
Pero a 40 años (en 1982) de desatada esta perniciosa enfermedad que coinciden, y no por casualidad, con 40 años de una estrepitosa decadencia nacional en todos los órdenes, hoy ya no se puede decirse que el Estado sigue alimentando la inflación del mismo modo en que lo hizo en sus orígenes, en 1943. Y mucho menos después e la terrorífica experiencia comenzada en 1975, seguida por el período de cinco años del Dr. Martinez de Hoz, que fue la sofisticación del caos inflacionario, y con la etapa ulterior a partir de marzo de 1981, que comenzó a se claro derrumbe político y económico de las Fuerzas Armadas(...)


Comentarios: por: JMROMERO
La inflación, es un mal que existe en todo el mundo, con mayor o menor intensidad. Pero nuestro país, es el único en el que la inflación persiste, se repite en ciclos y a un grado escandaloso, y hasta el punto de que varias veces hubo que eliminar ceros (a la derecha), y también con hiper inflación, al grado de nos ha llevado al borde de la disolución como país organizado.
Creo mas bien estoy seguro porque lo he vivido desde su origen, la causa, no de la inflación "normal" sino de su continuidad y desmadre, debemos buscarlo por el lado de los sindicatos.
Ante la dificultad económica; que desgraciadamen te son permanentes, empiezan las presiones de los sindicatos mas fuertes, y que tienen posibilidades de parar el país, con reclamados desmedidos de mejoras económicas, y que invariablemente, el gobierno se ve obligado a aceptar, aún a costa de aumentos de precios de mercaderías o servicios, que pagamos todos.
Luego vienen los sindicatos menores, que reclaman aumentos equiparables, y así se forma el globo de la inflación, que crece sin control.
Se produce un desequilibrio cada vez mayor entre precios y salarios, y una tremenda inequidad, que invariablemente pagan los pobres, y paralelamente crece la deudad, y el descrédito el país, con las con secuencias de la desinversión, lo que tiene que ver con la desocupación y aumento de la de deuda externa.
Este ciclo se repite una y otra vez. El descontento que se produce, lleva a reiteradas huelgas, y otros actos e fuerza, que han derivado varias veces en la intervención militar.
El ciclo maldito, lo venimos sufriendo desde hace 60 años.


COMETARIOS: MLPENNELLA:
En la actualidad la Argentina está pasando una de la mas triste realidad política, donde el gobierno hegemónico se ha transformado en una evidente DIARQUÍA; lo cual intensificará el problema inflacionario, por cuanto sus decisiones tienden a provocar mayor estragos a la economía.
Hoy ante la falacia de la aprobación del Presupuesto 2010, vemos que el superávit fiscal quedó en la mendacidad expuesta, ante provocar este ignominioso acto político de la Sra. Presidenta Cristina Fernández de Kirchner, en la inauguración de las Sesiones ordinarias del Congreso de la Nación, donde denegó un decreto de Necesidad y Urgencia y desarrolló otro igual con distinto título, una burla a los congresales y al pueblo argentino todo, en la pretendida búsqueda y acción de pagar la Deuda con vencimiento en el mes de agosto del 2010; con la Reserva del Banco Central de la República Argentina, que contraviene y viola la Constitución de la Nación.
El país está sometido a una cruel realidad de la pobreza imperante en la Argentina, donde muchos hermanos viven en la indigencia y el hambre, y hoy en el país de la industria alimentaria, hay hambruna, desesperanza, y lo peor de todo que el esposo de la Sra. Presidenta de la Nación sigue haciendo discursos impropios de barricada con sus seguidores y clientes políticos, llevados a una provincia más que empobrecida, y con una problemática grave de salud, donde los hospitales dan asco en vez de tener la salubridad adecuada que debe existir en un centro de atención médica, y donde los enfermos mueren en el suelo, ni siquiera en una cama o una camilla, abandonados a su triste albedrío, y la cucarachas deambulan de a miles por todo el recinto hospitalario, lo cual da una vergüenza ajena, ver tana dejadez y crueldad política, una verdadera canallada.

En cuanto a otros menesteres de la economía, la Sra. Presidenta en un discurso mencionó la gratuidad del aire, . . . quizá muy pronto vamos a pagarlo, ya que esta forma de gobierno mendaz, soberbio y especialmente confrontante con quien no responda a sus intereses políticos, nos lleve a esta causal, en la ineptitud que responde a la economía de la población, donde los alimentos necesarios para una familia tipo triplican sus ingresos, y donde los jubilados con sus salarios de miserias, solo les alcanza para pagar los elementales alimentos que pueden comprar, y rezar para poder pagar los remedios, que le servirán en la esperanza de ver la justicia social anhelada, en la espera de sus retribuciones que le asigna su derecho indeclinable.

CIUDAD AUTÓNOMA DE BUENOS AIRES, 11 de marzo de 2010

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