Por: Mario Luis Pennella
. . .otra manera, las consecuencias causadas por el desatino de una funcionaria que manejaba los fondos de la Argentina, tenía destinado este final, pese a las defensas de quienes en la pretendida intención de fortalecer a sabiendas del suceso, no lograron su objetivo, lo cual era una obviedad que la sociedad toda conocía su final.
Este hecho, otro más de los que van justificando la existencia de la corrupción en la política de gobierno, van poniendo a las claras que; solo falta la parte justiciera a estos hechos, los cuales determinen luego de los debates, el proceso ejemplificador, con sentencias que se ajusten a derecho, pero que tengan el epílogo de una lógica procesal, y no fallos que solamente acrediten que si bien hubo delito de funcionarios del gobierno con alto poder en manejo de los fondos de la Argentina, como es este caso en especial, tengan la impunidad en la viciada sentencia, con poco más que un hecho más y la libertad consabida para el olvido.
Este es el camino equívoco, cuando se alza la voz en los discursos proclamando la democracia existente, la democracia no se proclama ni se dice, sino se ejerce en todos los actos de la vida política, de la misma manera en que se debe respetar al otro.
La Argentina viene padeciendo el ejercicio de la democracia, lamentablemente en sentido adverso al cometido futuro, es decir que la democracia en la Argentina tiende a caminar como el cangrejo, retrocediendo en sus principios y sus formas de equilibrio y equidad, y produciendo efectos de aceleración en cuanto a envilecer la corrupción política, por parte de aquellos que siguen persistiendo en el poder por el poder.
No es posible que la sociedad siga tolerando esta forma de hacer política, como tampoco es posible aceptar a estos individuos con esos idealismos políticos de poder y corrupción.
La Argentina debe inclinarse con toda la sociedad hacia la grandeza de progreso y futuro, y no como contrapartida de agudizar la pobreza actual, una pobreza de desiguales en un país de los alimentos donde proliferan con la hambruna de no ser, y de un mañana sin horizonte cierto de saciar el hambre. Una idea filosófica obsoleta de gobernar, cuanto más pobres más riquezas de poder, cuantos más ignorantes débiles más políticos fuertes.
Los hechos de corrupción que han salido a la palestra en estos últimos meses deben significar para toda la ciudadanía, la reflexión madura del saber elegir, y además del saber exigir, ello contribuirá a que ejercitemos en serio la democracia, una democracia hacia los desprotegidos, los desiguales que ayer eran la otrora clase media argentina.
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