Por: Mario Luis Pennella
La reincidencia hacia ensuciar de manera pertinaz hacia los adversarios políticos, que el gobierno nacional enfrenta en estas elecciones, no es de ningún modo desconocido ni mucho menos no esperado, ya que como en elecciones anteriores, ha tratado y trata de descalificar con difamaciones y blasfemias hacia los opositores políticos, que se presentan en la contienda electoral.
El mismo es producto de la falta de ética y de pureza moral, ya que cuando advierte que se le esfuma el triunfo o los opositores representan cierta inquietud hacia el gobierno, este inmediatamente accede a jugar de manera sucia sus apetencias, haciendo incapié en difamar de manera constante y con mentiras que lastiman a sus adversarios políticos.
Pero lamentablemente para ellos y en beneficio de la inteligencia ciudadana que tiene la Capital Federal, donde se concocen con muchos mas detalles las falencias de la administración del gobierno y los actos de corrupción, como la soberbia y la falta de justicia social, que no se condicen con la propaganda que esgrimen, a estos, las elecciones capitalinas los ponen nerviosos, más a sabiendas que pese a que los números de las fuentes consultoras fallan, y además muchas trabajan para privilegiarlos en cuanto a la tendencia del electorado, haciendo que tengan mucho más positivismo, cuando la realidad es lo contrario.
El electorado porteño, no congenia para nada con la política expuesta, ya que la realidad que asume, es decididamente ajena a sus principios de democracia, la cual dista de ser ejercida con la pluralidad política, haciendo de ello un triste ejercicio político el Poder Ejecutivo, poniendo de manifiesto el sentir hegemónico por parte del señor presidente de la Nación, en sus actos de gobierno.
Dicha realidad política, como la realidad sobre la injusticia social reinante, que se ajusta hacia arriba, o sea hacia los sectores de quienes más tienen y en claro perjuicio hacia los desiguales, que cada día sobreviven con más dificultades, pese a la bonanza que ejerce la macroeconomía, donde la misma no tiene el reparto justo y equilibrado.
La gran masa de trabajadores no son asistidos ni con el salario mínimo de la canasta familiar, estando una gran mayoría por debajo del mismo, y además otro tanto trabaja en negro, donde no cuentan con obras sociales y no tendrán tampoco aportes jublarorios en el futuro, además las dádivas hacia una masa poblacional de los llamados jefes y jefas de familia, que comprenden equívocamente y suman el porcentual de ocupados, cuando esa mayoría son desocupados, asistidos con salarios de extrema pobreza $150.- dan un carácter de clientelismo, empobrecimiento sistemático y desazón, ya que lo que realmente hace falta es trabajo, para que los desiguales tengan con que alimentar a sus hijos, le brinden educación y asistencia de salud, y por sobre todo consigan la justicia social anhelada, con salarios de porvenir, no dádivas.
En estas elecciones de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, viene siendo asistida a escasa semana de los comicios, con una severa discriminación hacia el actual Jefe de Gobierno y candidato, con consideraciones que denigran a la ética, a la moral y a todo sentido educacional, costumbre esta difamadora y sucia, que nos da verguenza ajena a quienes somos simples ciudadanos, no políticos, además descalificar, agredir y esgrimir estrategias para ello, hacen de quienes la realizan una mayor incidencia en no votarlos, esa soberbia es propia de los irresponsables e incapaces.
Lo mismo ha acontecido con aquellos que han denunciado la corrupción política del caso Skanska, y donde el mismo gobierno echó a dos de sus funcionarios, que ellos mismos accedieron a elegirlos para dichos puestos.
Creo sinceramente, que cada día nos alejamos más de la democracia, esta forma nos acerca más a una autocracia.
Esperemos que el poder soberano de la ciudadanía elija con reflexión y con la tranquilidad moral, espiritual y pacífica del voto, aunque todavía siga existiendo en este tiempo del siglo XXI, la urna, un despropósito de no modernizar las elecciones con el voto electrónico.
Ciudad Autónoma de Buenos Aires, 29 de mayo de 2007.
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