10.1.07

I.N.D.E.C. Y SUPUESTAS MENTIRAS

Por: Mario Luis Pennella

Vemos la apreciación de los números del INDEC, y digo apreciación y no determinación de los mismos, por cuanto son una burda irrealidad.
Determinar los valores sobre la inflacción del 2006 en un 9,8% no es más que un dibujo, a los efectos que no sobrepase el dígito inflaccionario, que previamente había acordado la política económica del gobierno.

Pero para cualquier argentino, sin tener necesidad de haber cursado una universidad de economía, sabe que su realidad es notoriamente distinta de lo que dicen esos núneros, ya que el porcentual de sus bolsillos a desembolsar en lo que que fuera el año 2006, está por encima de esas cifras.

Hoy día en un mundo globalizado, y en que las informaciones son una constante de difusión, es difícil que una población como la argentina, no se encuentre al tanto de la política económica y sus prácticas que tiendan a consolidar una estabilización de precios, para que no se desborde en una inflacción mayor a la pretendida.

Es así que todos saben que las resultantes de precios convenidos por el gobierno, como las medidas tomadas con el sector agrícola, han determinado procesos contrarios a soluciones, ya que no se conciben para un tratamiento serio de la política económica. La resultante se ha visto favorecida en una efímera situación positiva, luego rápidamente volvió a los cauces naturales, que marcan las políticas económicas en ese sentido, siendo la negatividad de mantener seriamente procesos no inflaccionarios, por cuanto se conocen desde tiempos inmemoriales que condicionar precios no produce cambios, que debiliten estos porcesos de inflacción.

El INDEC marca sensiblemente una propaganda económica en pos del gobierno, pero la realidad es otra.

Las conveniencias de una economía no deben traducirse a especulaciones políticas, o caprichos soberbios, sino consensuando la situación actual y real de la población, y en materia de subsidiar, se debe predeterminar las verdaderas necesidades de urgencia, aquellas que debe asumir un gobierno con respecto de un pueblo en porcentajes de desigualdad, con brechas muy abiertas y grandes respecto de los que más tienen, aunque beneficien a estos últimos en ganancias, pero a la postre también benefice a la Argentina, en el ingreso de divisas genuinas, resumiendo, hoy la Argenitna y países similares, que constituyen la industria alimentaria, están en una situación de privilegio, por ende es necesario asumir responabidades que redunden en resultados positivos en ambos aspectos, por un lado seguir con los valores del mercado exportador a nivel dólar, y por el otro subsidiando el mercado interno, es ese un sentido común y correcto en economía, pero de ninguna manera establecer precios prefijados por decisiones políticas, estos nunca llegan a buen recaudo, siempre se escapan prontamente del cometido, y producen inflacción que sobrepasan los porcentajes que se presumen.

Estamos en un año electoral, y sabemos que en materia económica en este principio de año comenzará un proceso inflaccionario, llegado ya los aumentos salariales prefijados, los consabidos aumentos de la enseñanza privada etc.etc.etc.

Todo ello seguirá afectando a una masa de población desigual que constituye un número importantísimo desde ya, y que de no tomar medidas serias en materia económica que tiendan a aliviar la pobreza social, aumentarán irremediablemente la cantidad de desiguales de Argentina, por cuanto el desborde inflaccionario siempre castiga a los que menos tienen.

Vemos que mientras la macroeconomía sigue con positivo aliento, no redunda en igual forma en la sociedad de los desiguales, siendo para esta por el contrario un desaliento, si tomamos los valores en que se consideran sus empobrecidos salarios, y el supuesto y voluntarioso, como hasta obsesivo intento de satifascer que es bueno para una familia tipo vivir con menos de $900.- mensuales (un matrimonio con dos hijos) mientras tanto los iguales crecen en valores sumamente prominentes, los cuales acrecientan la brecha entre ricos y pobres.

Decía que estamos en un año electoral, con intrascendencia de la población en cuanto a los políticos, ya que aunque a estos mucho no les importe hoy, el pueblo está cansado de sus mentiras, sus discursos de barricadas, y mucho más de sus vanas promesas que no se cumplen nunca, más aún cuando el espectro político argentino, es un común denominador de mismos nombres desde el inicio de la demcoracia en 1983 y que no ve un cambio sustantivo en ellos, sino muy por el contrario los ve como siempre, en su conveniente poltrona, que lo cobija en la coyuntura de políticos eternos.
Esa es la razón en que un pueblo lamentablemnte ha perdido la credibilidad de la política, ya que sus hombres pertenecientes a distintos partidos, han dado una muestra acabada de lo que es la corrupción política en la Argentina.

Volvamos argentinos a tener fe en que un día esta falaz democracia se torne más equitativa y menos corrupta, para poder ver realmente una esperanza de cierta libertad y dignidad.

Ciudad Autónoma de Buenos Aires, miércoles 10 de enero de 2007

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