Por: Mario Luis Pennella
Es tan lamentable como notorio el incremento de las villas en la Capital Federal, de manera tal que no solo se ve la extensión que ha tomado la villa 31 sobre el ferrocarril Mitre, sino además sobre el ferrocarril San Martín en la zona de la Paternal.
Este fenómeno es permisible por la política del gobierno nacional como del gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, dado que en él se persiste en un año electoral, a tener de rehenes a desiguales prontos a satisfacer votos, a cambio de mejoras que nunca llegarán, y que de ser verdaderas, estas son de una bajeza política, por cuanto someter a esta población de pobres a los extremos de perder vidas de inocentes, los cuales vien a orillas de la vías del tren, y que han causado ya víctimas lamentables de niños, es una ignominiosa y pérfida medida.
Esta cantidad, hoy extendida de desiguales en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, no solo conmueve por sus estructuras sociales de máxima indgencia como ignorancia, sino aún más por la indiferencia de quienes tienen que poner coto a esta desigualdad social, lo cual también tiene la intromisión de delincuentes que al acecho, promueven delitos de todo tipo, como drogadición, robos y en la promiscuidad violaciones, que atentan de sobremanera la falta de los derechos a los niños, los derechos humanos etc.
Es inadmisible ver a estos desiguales, quienes la mayoría vive de la recolección de cartones en la vía pública, y que ya también este negocio, se va acercando a la consolidación de una mafia en potencia. (ver editorial sobre el ataque a la custodia del recaudador de la pcia. de Buenos Aires).
Estas familias viven en la más dramática e indignante situación de la pobreza extrema, con un hacinamiento extremo, el cual es una terrible contradicción de vivir en el país de los alimentos, como lo es la Argentina.
La política argentina en general, ya no hablo de la estatal sino de toda la política argentina, nos produce una verguenza ajena, ante la falta de solidaridad y proyectos para sumar a esta masa de desiguales en trabajadores con salarios dignos y con planificaciones de viviendas dignas, que solventen en préstamos a largo plazo, resolviendo los derechos de los niños para que tengan la educación y la salud como corresponde a un estado de derecho humano.
La desidia política, enfrascada en anhelos de poder por el poder, ha llegado a estos extremos de deshumanización del individuo, tomados como una "cosa" para sus provechos personales y no para satisfacer los derechos humanos que tienen como tales, es improcedente la falta de medidas que hacen de estos individuos, la intolerable incomprensión que tienen hacia el prójimo desigual, este hoy abandonado a una suerte de falencias tales, que la salud y la educación de sus proles serán los crónicos enfermos e ignorantes del futuro, sin contar los que seguirán muriendo o víctimas de los accidentes que les causará el tren, que tan solo pasa a un escaso metro de sus precarias viviendas.
En poco tiempo nos pareceremos a lo que acontence en Brasil en sus favelas, y eso no significa una sana experiencia a llevar, sino a tomar conciencia la sociedad toda, para tomar las medidas pertinentes y que lleven a erradicar las villas, no solo aquellas emplazadas en la Capital federal, sino en toda la extensión de esta Argentina, ya que nos sobra territorio y alimentos, solo falta decisiones políticas a tal fin.
Es hora que los políticos todos de cualquier signo y la sociedad toda, comencemos a fijarnos metas en donde la desigualdad social sea corregida de estos extremos, los cuales solo existen por la convicción política que existan y no porque en la Argentina deban existir en su condición de país pobre, Argentina es un país rico y de futuro mucho más rico aún, no escuchemos la política "quejosa" que no se puede, ello es una burda falacia, igual que la que propone esta democracia desigual.
Ciudad Autónoma de Buenos Aires, 20 de enero de 2007.
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