5.12.06

SIN JUSTICIA Y MÁS INSEGURIDAD

Por: Mario Luis Pennella

El Congreso de la Nación, sigue en la inacción constante acerca de la inseguridad reinante, y por ende de acercar leyes que determinen justicia.

Si bien es dable que se comience con los principios de justicia, los cuales se deben a la equidad social, no pueden obviarse en absoluto las causales de una inseguridad que viene in crescendo, y con resultados criminales alarmantes, donde las víctimas tienen un singular espacio, y no son determinantes tan solo de un caudal social, sino que rondan culturas oscilantes entre poderosos y pobres. Pero la realidad es sombría en cuanto a la efectividad de la justicia y mucho más en cuanto a procesos que terminan en chicanas judiciales, que lastiman la justicia justa.

Es imprescindible que los señores legisladores, comiencen a trabajar seriamente al respecto, y no sigan produciendo leyes arbitrarias y lejanas al espíritu de conciencia democrática que ameritan, como si fuera una fábrica de producción, que llegada esta altura del año salen como regalos de navidad.

La inseguridad en la Argentina, ha llegado a un grado máximo, por muchos motivos que van de la mano con la injusticia social, donde se habla de una economía brillante y de resultados que alientan un bienestar de nación más brillante aún, pero que no se ve reflejado en el pueblo, un pueblo que vive el realismo de la pobreza, ya y que pese a quien le pese, los números del bienestar general de quienes trabajan o viven de sus jubilaciones, acrecientan angustias y no satisfacciones, como dicen quienes hablan de una macroeconomía eficaz, si bien es cierto que esta crece, no se percibe en el pueblo, ya que este no recibe los beneficios de ella.

La balanza desigual provoca una injusticia que facilita la inseguridad, ya que la falta de trabajo sigue en valores constantes de dos dígitos, y estos pesan en la cantidad de desiguales, que siguen sin salir de ese pozo de pobreza extrema, lo que en muchos casos trae en la marginidad esa consecuente inseguridad, a que se expone la injusticia social reinante.

Pero el flagelo determinante es un posicionamiento político respecto de legitimar leyes, y nombrar jueces probos por sobre todo, ya que seguimos con procedimientos los cuales no se adecúan a un sinceramiento respecto del otorgamiento por su capacidad intelectual y si por su capacidad de recepción política, lo que hace imposible a veces proveer leyes eficaces y que sofoquen estos momentos de inseguridad.

Asimismo no podemos obviar, los casos de actualidad y que son realmente penosos por el espíritu injusto que tienen, como lo es el caso del joven accidentado y que falleciera a causa del mismo en el 2001, y ante un fallo denigrante se ponga de manifiesto su status quo del futuro frente a la indemnización que se pide, por cuanto para estos jueces el "tanto tienes tanto vales" es causal de veredicto de su sentencia, y otros de mayor envergadura donde no se investiga ciertamente a individuos, que luego de acordárseles tenencias de hijos o hijastros estos violan o asesinan.

Nos acercamos a este final del año 2006 con muchas promesas incumplidas en este tema de inseguridad y de justicia social, lo que trae aparejado mucho de lo más importante que mansilla la equidad entre la población, y donde lamentablemente los desiguales siguen siendo una mayoría, en que la brecha con aquellos iguales se sigue extendiendo en benficio de estos y en detrimento de los pobres, que de no determinar medidas precisas y necesarias de bienestar, ahondarán mucho más la crisis.

Los señores políticos tendrán la palabra de la factibilidad de que la equidad se pronuncie en favor de la desigualdad existente, la democracia y la justicia justa lo ameritan, para ese futuro de esperanza.

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