6.7.06

CONTRATOS DE ESCLAVOS

Por: Mario Luis Pennella

En un barrio de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, vemos como se contrata gente, quizá indocumentada de países limítrofes, por individuos de origen asiático, quienes residen en el país, y que a la postre comercian con ropa.

Esos contratos que buscan en la pobreza de esa gente la infrahumana voluntad de someterlos a esclavos, en esta actualidad del siglo XXI, que nos causa a los argentinos en general verguenza ajena. Donde recientemente ya ante un incendio de unos de esos talleres clandestinos murieron un grupo de personas allí sometidas a esclavitud, que trajeron a la luz nuevamente la crueldad de estos indeseables, que someten sin escrúpulos a individuos indigentes, e ignorantes a ganar un misérrimo salario de $0,20.- por prenda terminada.

Pero la gravedad es aún mayor, al ver que existe un determinado lugar donde se ubican una cantidad de personas de países limítrofes, quienes esperan ser contratados por estos ruines individuos de origen asiático, quienes ante un control por parte de nuestras autoridades deberían ser deportados a sus países de origen inmediatamente, no sólo por la gravedad del delito que cometen, sino por la brutalidad de la situación del sometimiento hacia esas personas carentes de educación, y necesitadas ante la pobreza en que viven. Ese aprovechamiento de la situación por parte de estos nefastos individuos, que buscan de esta manera "trabajadores esclavos" hace de ellos notar la indiferencia hacia el otro necesitado, en un acto discriminatorio de valor humano, el cual conlleva una crueldad implícita en la acción, a efectos del sometimiento a esclavitud.

Hace ya bastante tiempo que se conocen estos sucesos de horribles procedimientos llevando a esta gente a trabajo de servidumbre, metodología prohibida a través de la declaración de la abolición de la esclavitud en 1816 en nuestro país.

Es inadmisible que sigan sucediendo estos atropellos a la libertad del individuo, y la permisibilidad de las autoridades, ya que en el lugar en cuestión que se alude en este escrito, la policía sólo mira, como un expectador de lujo ante el delito que se comete.

Es hora que la gestión del gobierno en estos hechos que envilecen a la Argentina y sus habitantes de bien, sean inmediatamente sancionados con todo el peso de las leyes, y estos individuos aprovechadores y viles, sean deportados a sus países de origen, ya que son escoria humana y no pueden convivir en un país libre, democrático y abolicionista por herencia histórica.

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