Por: Mario Luis Pennella
A medida que avanzamos en esta democracia de la actualidad, nos damos cuenta que en la Argentina, nos cuesta horrores conseguir o diseñar o más precisamente y políticamente hablando, conseguir actualizar un debate sobre nuestra realidad y nuestro futuro.
Seguimos caminando sobre bases inciertas y llenas de incertidumbres, con malestares que a cambio de sucumbir con medidas eficaces, vuelven al tapete sin que estos sean debatidos en consecuencia, y tengan al fin una proyección destinada a una redistribución más equitativa, y que en definitiva descomprima al desigual, quien en estos momentos sigue asfixiado en su pobreza.
Las medidas que se vienen tomando con referencia a la problemática de la carne y el cierre de la exportación de la misma, a los efectos de castigar el aumento producido en el producto, no ha sido una medida que sea eficaz en ningún sentido, sino por el contrario, el mayor castigo los sufre la nación, que luego de años de pelearle a la aftosa, se consiguió el objetivo de ser un producto de exportación más que loable para el mercado internacional.
En cuanto al abaratamiento del precio de la carne en los cortes de mayor consumo, no se ha conseguido equilibrar precios en menos que satisfagan a esa clase desigual, por cuanto el precio sigue siendo de por sí elevado, pero el castigo al productor ganadero de ninguna manera justifica que ellos sean quienes encarecen el producto, sino la intermediación por un lado, siguiendo en esa franja los frigoríficos y luego en el final los supermercadistas en general, por consiguiente el castigo a la no exportación es una medida en que la más perjudicada es la nación y luego quienes son trabajadores afines a esta industria alimenticia.
La carne en la Argentina es un producto metido en la idiosincrasia de todos en general y además primordial por muchísimas cuestiones que no vamos a analizar en profundidad, pero que de ninguna manera se podría reemplazar con otros productos, como por ejemplo el pescado, el cual no solo es caro, sino que no está integrado en nosotros los argentinos como la carne vacuna.
El no comprar carne como consejo, no lo creo adecuado, ya que el que consume sin problemas económicos va seguir de igual manera, en cambio la población desigual, seguirá como hasta ahora penando en el consumo de ella.
Para bajar el producto, habría una medida mucho más provechosa para todos, y es eliminar las retenciones a la exportación, o subsidiarla por el Estado Nacional, en el precio del consumo interno.
Es este, un momento necesario para que diputados y senadores debatan este tema crucial para el futuro de la Argentina, y empiecen a hacer oír sus voces, rechazando las medidas hegemónicas de decretos que lastiman la democracia y el sentido estético y ético, de una política, la cual debería ser destinada a quienes hoy se siguen debatiendo en una pobreza, que es vergonzante para un país como Argentina, pero de ninguna manera con parches, donde el perjuicio es más dañino a la larga para la nación y no soluciona la desigualdad existente entre los que menos tienen.
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