18.4.06

INSEGURIDAD JUVENIL, ESTADO Y SOCIEDAD AUSENTES

Por: Mario Luis Pennella

Los últimos acontecimientos acaecidos a causa de la muerte de un chico de 16 años, de familia acomodada y provocada supuestamente, por bandas de jóvenes también de familias acomodadas, nos lleva a comentar sobre el tema.

¿Qué es lo que está pasando con nuestros jóvenes de buen pasar? ¿Acaso el tener más y no ser un desigual, da pie para intentar dar rienda suelta a estos extremos?

¿Donde está la familia? .-¿Donde está la educación? ¿Porqué de tanta crueldad? ¿Donde está el estado y su gestión de control y seguridad?

Comencemos por esta última pregunta y al desarrolarla nos daremos cuenta, que la misma no existe, ya que a cualquier hora o en cualquier lugar ocurren hechos delictivos de distintas gravedades, los cuales podrían ser en un 90% evitados, si hubiese un control adecuado y una no permisibilidad de libertades que tienden al libertinaje y no a las buenas costumbres de una democracia.

El Gobierno de la Ciudad Autónoma ha determinado una serie de medidas con respecto a la prohibición de la venta de bebidas alcóholicas a menores de edad, en los distintos quioscos también rige una prohibición de expenderlas, pero la falta de controles, hace que estas medidas, NO EXISTEN, al menos no se cumplen en absoluto. Por otra parte hoy los menores no tienen límites para deambular por las calles a cualquier hora, produciendo cualquier hecho ajeno a las buenas costumbres o peor aún delinquiendo o hasta los extemos de asesinar.

La educación es un faltante en las clases desiguales, a causa de la falta de medios, pero es una falta aún mayor del Estado ausente, donde debería ser prioridad que todos absolutamente todos debieran tener la oblicación irrrestricta de estudiar y completar la educación primaria y secundaria.

En esta parte de individuos pobres que alcanza a un 51% aproximado de la población, se alentaría una compresibilidad de un porcentaje de delicuencia juvenil o patoteril, pero no debería ser así, siempre y cuando el asintecialismo del Estado estuviese con una presencia de educación y trabajo.

Pero volviendo al caso de aquellos jóvenes iguales, que no tienen la problemática de la falta de dinero, sino por el contrario viven con todas las prerrogativas de una vida desahogada, con todas las condiciones dadas para disfrutar a pleno la juventud, la delincuencia en ellos nos lleva a reflexiones no solo de índole institucional en cuanto al estado en sí, sino en la sociedad, en una sociedad que no tiene apremios económicos, que tiene de todo, pero que está fallando por tener demasiado, y estar en otro lado y no al lado de sus hijos, quienes en su mayoría ignoran donde están, con quién están, y que hacen, y además tiene el acceso a los lugares donde están bien puestos, cobran mucho para que los desiguales no puedan concurrir, pero donde también ese poder adquisitivo es tentado a quienes tratan de hacer los negocios del alcohol, la droga luego etc. causando ante esta falta de medidas y el no control necesario, a la permisibilidad de los factores desencadenantes; que provocan las tristezas y las angustias de los familiares de las víctimas, que se suceden en estos hechos tan lamentables.

No debemos quedarnos de brazos cruzados ante estas situaciones tan lastimosas e incomprensibles, de la falta de medidas y controles, sino también debemos ahunar esfuerzos de todos para que nuestros políticos trabajen en beneficio de la sociedad y la sociedad en beneficio de exigir a nuestros elegidos, para erradicar estos acontecimientos intolerables en una Argentina, que está padeciendo el síndrome del ajuste en el camino a la democracia, y que padece de los males que aún persisten en la corrupción de una corporación política vigente.

Si los jóvenes, futuro de la nación, son también olvidados, el camino de la democracia se desvanecerá y en él la nación sufrirá el necesario alimento del porvernir.

Ciudad Autónoma de Buenos Aires, 18 de abril de 2006

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