Por: Mario Luis Pennella
Las tendencias de la últimas campañas han sido siempre sucias, pero esta que define el próximo domingo el ballottage en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, ha entrado en un sentido cultural distinto a habida cuenta de lo mal que le iban las encuestas al representante del gobierno Daniel Filmus.
Por ende al llamarse a silencio el Sr.Presidente de la Nación está primando un razonable criterio, en base a la opinión de los porteños al emitir su voto, ya que es bien sabido, que la Ciudad tiene el privilegio de tener los oídos de los acontecimientos pegados a lo que realiza el gobierno en su gestión, y que los ciudadanos de la Capital Federal están acostumbrados a escuchar de cerca sus opiniones, sus mentiras y sus difamaciones hacia los opositores.
Todo hace pensar que en el silencio se hace también un llamado de paz, y calma, para que el tránsito de la democracia sea el más beneficioso instrumento de la ciudadanía para elegir.
Siempre el pueblo soberano ha dado muestras contundentes en su afán sincero de que la justicia prime como el bien común, y esa justicia se transfiere en lo que los ciudadanos están prestos a consolidar con su voto, el voto que le de la posibilidad de los cambios que este cree en su mayoría, y que respalde un porvenir de despegue de sinceridad moral en los políticos, aquellos que deben justificar un cambio, donde la justicia social y el trabajo incumplido en la ciudad sea un paso a la realidad.
Los porteños considerados opositores al gobierno, lo somos quizá por el sentir de lo que marcan las políticas equívocas de las mentiras, la corrupción y la falta de seguridad en la ciudad, además de las soberbias y el clientelismo asignado a desiguales que crecen día a día en un villerío de pobreza e indigencia, cuando el trabajo y la apuesta a consolidar barrios de viviendas para trabajadores, signaría una eficacia hacia bajar la desocupación y a su vez poner en marcha una justicia social ausente.
Esperemos que a quien le toque gobernar la ciudad lo haga con el pensamiento expresado y no con la mentira artera que defraude una vez más a los porteños, esperanzados en un futuro mejor y próspero.
Los porteños asumimos la responsabilidad de esa esperanza, que así sea.
Ciudad Autónoma de Buenos Aires, viernes 22 de junio de 2007.
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