Por: Mario Luis Pennella
El ejercicio democrático es un ejercicio de libertad de los pueblos, donde cada uno elige libremente a sus representantes, pero en la Argentina de estos tiempos, parece que no es tan así.
Lo acontecido con el legislador por la ciudad Eduardo Lorenzo Borocotó, es anular la libertad de elegir, dando por tierra la elección del voto partidario, por cuanto por sobre quienes son sus representantes está el partido o movimiento político que lo identifica.
Cambiarse en la primera sesión hacia otro partido, dejando a su bloque con diferencia numérica y ante un crucial debate, en donde se juega el juicio político de la máxima representación del ejecutivo, pone en clara evidencia un prevaricato de ideas, y en consecuencia una absoluta falta a la idoneidad ética, penado por el artículo 16 de la Constitución, asimismo la Ley 25188 de ética pública, en donde lo evidencia para inhabilitarlo en el ejercicio de la función pública.
Es inadmisible que en estos momentos de la Argentina, donde siguen y confluyen a diario los acontecimientos transcendentales de la política, donde todavía se sigue en una crítica crisis de pobreza, desocupación, educación, seguridad y salud, asistamos a situaciones como las enumeradas con antelación, de individuos de bajeza, que están inmersos en listas sábanas, aunque en este caso no sea tan así, por ser de los primeros enumerados en ella, pero se adviene como principio de un debate y resolución en el Congreso Nacional, para erradicar definitivamente esta forma de elegir al emitir el voto, y en esto es absolutamente necesario como corrección democrática y de libertad, ponerse ya a trabajar en pos de la reforma política, la cual debe fijar los medios para el limpio ejercicio de elegir a nuestros representantes.
No es posible que la Argentina, todavía siga sosteniendo estos malos ejemplos, los cuales van en contra de todo lo que significa como nación democráticamente libre y que busque el futuro del bienestar de su pueblo, con toda la expresión de libertad que ello implica, no solo para la democracia en si, si para toda una juventud, toda una niñez, la cual deba tener el camino cierto de un futuro no ya de esperanza sino un futuro con la certeza de estar pisando ese camino.
El tiempo de la realidad política de hoy debe ser la consecuencia de la experiencia del mañana, consolidada en el porvenir de una justicia social que lamentablemente nos hace falta y que marcará en los principios altruistas la consagración de la justicia justa.
El ejercicio democrático es un ejercicio de libertad de los pueblos, donde cada uno elige libremente a sus representantes, pero en la Argentina de estos tiempos, parece que no es tan así.
Lo acontecido con el legislador por la ciudad Eduardo Lorenzo Borocotó, es anular la libertad de elegir, dando por tierra la elección del voto partidario, por cuanto por sobre quienes son sus representantes está el partido o movimiento político que lo identifica.
Cambiarse en la primera sesión hacia otro partido, dejando a su bloque con diferencia numérica y ante un crucial debate, en donde se juega el juicio político de la máxima representación del ejecutivo, pone en clara evidencia un prevaricato de ideas, y en consecuencia una absoluta falta a la idoneidad ética, penado por el artículo 16 de la Constitución, asimismo la Ley 25188 de ética pública, en donde lo evidencia para inhabilitarlo en el ejercicio de la función pública.
Es inadmisible que en estos momentos de la Argentina, donde siguen y confluyen a diario los acontecimientos transcendentales de la política, donde todavía se sigue en una crítica crisis de pobreza, desocupación, educación, seguridad y salud, asistamos a situaciones como las enumeradas con antelación, de individuos de bajeza, que están inmersos en listas sábanas, aunque en este caso no sea tan así, por ser de los primeros enumerados en ella, pero se adviene como principio de un debate y resolución en el Congreso Nacional, para erradicar definitivamente esta forma de elegir al emitir el voto, y en esto es absolutamente necesario como corrección democrática y de libertad, ponerse ya a trabajar en pos de la reforma política, la cual debe fijar los medios para el limpio ejercicio de elegir a nuestros representantes.
No es posible que la Argentina, todavía siga sosteniendo estos malos ejemplos, los cuales van en contra de todo lo que significa como nación democráticamente libre y que busque el futuro del bienestar de su pueblo, con toda la expresión de libertad que ello implica, no solo para la democracia en si, si para toda una juventud, toda una niñez, la cual deba tener el camino cierto de un futuro no ya de esperanza sino un futuro con la certeza de estar pisando ese camino.
El tiempo de la realidad política de hoy debe ser la consecuencia de la experiencia del mañana, consolidada en el porvenir de una justicia social que lamentablemente nos hace falta y que marcará en los principios altruistas la consagración de la justicia justa.
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