Por: Mario Luis Pennella
Tomado de un editorial del diario "La Nación"
Desde el comienzo de la gestión kirchnerista se han proclamado las presuntas bondades de un modelo económico que se definía como inédito: el llamado modelo K. Hoy está claro que el desafío a la ciencia económica universal que ese modelo significó un fracaso.
La pobreza creció entre nosotros; los flujos de inversión se alejaron; el sector más dinámico de nuestra economía, el agropecuario, ha quedado lastimado por obra del capricho y de los resentimientos; las oportunidades que nos brindaron las circunstancias de un mundo con un auténtico vendaval que soplaba a nuestro favor fueron desaprovechadas; el gasto público se ha desbocado y, peor aún, la confianza ha desaparecido de nuestros mercados.
Pero hay también un segundo modelo K, mucho más peligroso aún, que no se predicó, sino que se construyó desde el silencio. Es más audaz que el primero, de declamado contenido económico. Se trata del modelo de naturaleza política que se nos procura imponer.
Hasta no hace mucho se nos quiso imponer desde la acción solapada o el disimulo. A partir de la rebelión del campo, desde el descaro, el abuso de poder y la provocación. Por esto la necesidad de infundir el miedo para poder deformar la democracia. Para alterarla en su esencia, para usar palabras de la propia Carta Democrática Interamericana. O para subvertirla socavando las libertades ciudadanas esenciales, hasta el punto de que hoy se pretende igualar el disenso con la conspiración para así suprimirlo.
Se proclama que apartarse del discurso único es destituyente. Pocas concepciones existen con perfiles más totalitarios que ésta. Hay ciertamente raíces ideológicas que la alimentan, por todos conocidas.
Este segundo modelo, el político, es precisamente el que la gente rechazó en las urnas el 28 de junio pasado con un portazo que el oficialismo ha decidido ignorar. Porque la gente intuyó que supone no sólo una manera de gobernar concentrando el poder, sino un proyecto a largo plazo.
Los principales mecanismos constitucionales que garantizan el control de los actos de gobierno y la defensa de los derechos y libertades cívicas han sido deformados mañosamente, cuando no ignorados. Lo sucedido con las presiones a los jueces independientes así lo comprueba. El modo de actuar de los dependientes, también.
Este modelo político se edifica sobre la indiferencia grosera hacia lo que dispone la ley, que simplemente se deja de lado si limita la acción que se pretende. Y ha pervertido los principios básicos de las conductas éticas como pocas veces hasta ahora.
El Gobierno ha venido actuando en el plano nacional tal como lo hicieron sus principales actores durante su gestión en la provincia de Santa Cruz. Esto es, como si no hubiera otro límite que su propia voluntad o su irrefrenable ambición de poder. Por eso concibe la democracia apenas como un cheque absolutamente en blanco y a su favor. No hay, en su particular concepción de la democracia, debate alguno posible, tan sólo un monólogo.
Por eso se empeña en demoler lo que incomoda. Y se asegura impunidad. Por eso el abuso de poder como sistema. Por eso predica e impone de mil maneras la lealtad a los hombres, por encima de la lealtad a la Constitución. Por eso exige adulación y sumisión total.
Para todo eso, precisamente, ha demolido el sistema de equilibrios y contrapesos entre los poderes del Estado previsto en nuestro esquema republicano. Por eso el empeño en reescribir la historia a su manera, torcida y para justificar lo injustificable.
Precisamente por todas estas gravísimas razones resulta necesario recordar que la libertad se construye siempre entre todos, con las conductas de los hombres y mujeres y la acción de las instituciones. Que la igualdad debe defenderse de quienes autoritariamente pretenden definir sus términos, a su propio gusto y paladar. Y que, respecto de la pobreza, la fraternidad no se prueba con discursos o peroratas, sino con resultados, que hoy no existen. El momento se presenta particularmente difícil para la salud de la República.
MLP
Este editorial plantea y dice una realidad de los acontecimientos que marchan en estos precisos momentos sobre la difícil situación, creada por un gobierno que no tiene otra forma de hacer política, confrontando contra todo y contra todos aquellos que no congenian en algunas medidas que pretende; y cuando estas mismas pretenciones son tan peligrosas que ponen en riesgo la macroeconomía y la economía de la Argentina, intenta desvirtuar su falta de ética el conocimiento como deben intaurarse los procedimientos y tiempos legales,desconiéndolos y alterando el orden nacional, pero asimismo también, pone en evidencia su dictatorial soberbia, la cual permite visualizar sus enojos a la insensibilidad manifiesta de que le importa un bledo la nación, y los ciudadanos que viven en ella, como si la misma nación fuera patrimonio suyo, teniendo los acólitos e imbéciles que responden a estas circunstancias desgraciadas para la Argentina y su pueblo apoyando y apoyados en la decadente falacia de su gobierno.
La triste verdad que significa esta realidad es que los argentinos estamos ya hasta rodeados de otra terrible inseguridad, es decir la institucionalidad; de parte del gobierno es hasta incierta ya que sus golpes cada vez mas elocuentes, son bombas las cuales tienen el residual de su objetivo potencial del kirchnerismo LA CONFRONTACIÓN, LAS MENTIRAS ESPURIAS y sobre todo la especulación de comprometer todo a favor de que quienes son opositores o simples discordantes ciudadanos, son conspiradores a ultranza.
La inseguridad jurídica a que quiere someter este gobierno a la Argentina ya tiene su punto cúlmine al no acceder a la sentencia de la Corte Suprema de Justicia en restituir al procurador de la pcia. de Santa Cruz, habiendo hasta el momento hacer caso omiso a la resolución de la Corte.
Amén de todo esto no podemos obviar lo que ha sucedido con la entrega del patrimonio de la patria, lo que significa ya el grado de traición, violando la Constitución de la Nación Argentina, habiendo procedido a ceder a empresas extranjeras y multinacionales YPF; YCF; y ya ahora las MINERÍAS;haciendo notar que esta explotación a cargo de los canadienses, han sido beneficiados con el veto a la protección de los glaciares cordilleranos, cuando el Congreso de la Nación votó en forma cuasi unánime a favor de la conservación de dichos glaciares.
La Argentina se ha transformado en estos últimos años en un tembladeral anticonstitucional institucional, habiendo perdido exportación agrícola ganadera; habiendo perdido credibilidad mundial como nación y estar prácticamente flagelada en una inseguridad social alarmante, consolidando una inmensa pobreza que no tiene desperdicio de impiedad e inmoralidad.
Es notorio el deterioro que padecemos los argentinos que solo basta con mirarnos a la cara cuando caminamos por cualquier parte de las ciudades, o escuchamos comentarios al respecto de nuestra convivencia en esta realidad,y solo estamos esperando algo de respeto moral político, el cual cada día y cada momento que pasa pareciera tan incierto de suceder, que nos amerita solamente pensar en nuestro propio positivismo de quienes vivemos en familia y con amigos y asu vez podemos apechugar, para poder comer el pan diario de cada día, si pergeniar un futuro para nuestros hijos, nuestros nietos y la sociedad toda.
Ciudad Autónoma de Buenos Aires,12 de enero de 2010.
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